En un entorno global marcado por la incertidumbre, el optimismo se convierte en un arma de doble filo. Mientras la percepción social apunta a un 71% de confianza en que 2025 superará a 2024, las bases económicas invitan a la cautela.
Los resultados de encuestas realizadas en 33 países revelan una notable expectativa positiva: China (87%), México (84%) e Indonesia (90%) encabezan la lista, mientras Japón apenas alcanza un 38% de optimismo. Sin embargo, este entusiasmo convive con una ansiedad palpable.
El 70% de los encuestados teme una inflación mayor en 2025, el 79% anticipa que los precios subirán más rápido que los ingresos y el 74% prevé impuestos
elevados.
Estas estadísticas evidencian una diferencias entre proyecciones oficiales y la realidad percibida por la ciudadanía, donde el crecimiento estimado coexiste con temores contundentes.
En México, el presupuesto oficial para 2025 confía en un crecimiento del PIB de entre 2% y 3%, una cifra muy superior a la del FMI (1.2%-1.3%) y a la de los analistas independientes (1.0%-1.5%).
Asimismo, el tipo de cambio se sitúa en 18 pesos por dólar, cuando los expertos esperan un nivel cercano a 20 pesos.
Este contraste subraya cómo unas bases demasiado optimistas pueden contraponerse a la voz de quienes analizan factores externos y tendencias globales.
El gobierno justifica sus estimaciones con varios supuestos clave:
Estos pilares reflejan una apuesta por el dinamismo interno y la estabilidad internacional, pero no ponderan por completo riesgos significativos.
Cuando las proyecciones quedan por encima de la realidad, la economía enfrenta varios desafíos:
Estas consecuencias obedecen a una mayores necesidades de ajustes fiscales y pueden derivar en pérdida de confianza tanto de inversionistas como de la población.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público busca mantener la deuda estable, pero los analistas sostienen que, sin un crecimiento real cercano al estimado, la estabilidad financiera resultará insostenible.
El panorama global prevé un crecimiento moderado de 2.8% en 2025, similar al de 2024. Japón y Europa podrían acelerar en el segundo semestre, mientras China se estabiliza y Estados Unidos enfrenta tensiones políticas.
Europa muestra un avance anémico, con riesgos políticos como elecciones y mociones de censura. A pesar de un contexto perspectiva de crecimiento moderado global, persisten la incertidumbre y las variaciones regionales.
La ansiedad inflacionaria global, reflejada en expectativas de precios al alza y temores fiscales, refuerza la necesidad de cuestionar cualquier narrativa demasiado optimista sin respaldo sólido.
En un mundo interconectado, la economía local depende de múltiples factores externos. Las vulnerabilidad ante shocks externos y la variabilidad de los mercados obligan a adoptar perspectivas prudentes.
Cuestionar las proyecciones oficiales no implica un ejercicio de negatividad, sino una estrategia para anticipar ajustes y proteger el bienestar social.
Solo mediante un análisis riguroso, que considere impacto real sobre la deuda pública y posibles escenarios adversos, será posible diseñar políticas capaces de responder con flexibilidad y responsabilidad.
En última instancia, la mejor forma de transformar el optimismo en resultados tangibles es basar las decisiones en datos confiables y mantener abiertas las puertas al diálogo entre el gobierno, los analistas y la sociedad civil.
Referencias