Invertir en energías renovables no solo es una apuesta financiera, sino también un compromiso con la transición hacia un futuro sostenible. Este tipo de fondos agrupa recursos para financiar proyectos limpios y tecnologías de eficiencia energética, permitiendo a los inversores obtener rendimientos mientras promueven el bienestar del planeta.
Un fondo de inversión en energías renovables es un vehículo que canaliza capital hacia empresas y proyectos centrados en energía solar, eólica, hidroeléctrica, biomasa y otras tecnologías limpias. Estos fondos pueden estructurarse como fondos mutuos, ETFs cotizados, fondos privados o inversiones directas en proyectos específicos.
La gestión de estos vehículos puede ser activa o pasiva, dependiendo del estilo del gestor. En el primer caso, un equipo experto analiza constantemente el mercado para ajustar posiciones; en el segundo, el fondo replica un índice diversificado del sector.
La inversión en energías limpias permite a los accionistas participar en la lucha contra el cambio climático y en la creación de empleo en comunidades locales. Además, fortalece la seguridad energética y reduce la dependencia de combustibles fósiles.
Históricamente, los fondos de energías renovables han mostrado buenas rentabilidades en plazos largos. Por ejemplo, el Alternative Energy Fund registró un rendimiento anualizado del 10,44% en cinco años, aunque con una volatilidad notable y una caída del -12,55% YTD hasta mayo de 2025.
A nivel privado, los proyectos de renovables han superado en múltiplos de salida y en tasas internas de retorno (IRR) a sectores como petróleo y gas entre 2016 y 2023, demostrando que la dicotomía entre impacto y rentabilidad es un mito.
Entre las compañías más relevantes destacan Iberdrola, Siemens, Schneider Electric y Acciona Energía, que lideran proyectos de gran escala en todo el mundo. El Fondo BICE Energías Renovables, por ejemplo, participa indirectamente en proyectos mediante acciones, cuotas de fondos e instrumentos de deuda.
Programas como EMTN y ECP facilitan a las utilities la emisión de deuda para financiar expansiones, con importes de hasta 3.000 millones de euros en casos como Acciona Energía.
El desglose sectorial revela:
47,64% en electrificación, 15,23% en generación renovable, 11,64% en fabricación de equipos y el resto en eficiencia energética y tecnologías complementarias. Geográficamente, casi la mitad de las inversiones se concentra en Estados Unidos (46,55%), seguido de países europeos clave como Francia, Alemania y España, y un creciente peso de China.
El gas hidrógeno verde se perfila como un campo de gran expansión. Acciona Energía y Plug Power aspiran a controlar el 20% del mercado ibérico de hidrógeno verde para 2030. Además, fondos de infraestructuras, utilities tradicionales y grandes petroleras están adquiriendo activos renovables para cumplir con sus metas de descarbonización.
Este sector es sensible a la variación de precios energéticos, la inflación, los tipos de interés y cambios regulatorios. Si bien puede sufrir correcciones a corto plazo, mantiene un elevado potencial de crecimiento a medio y largo plazo, respaldado por la urgencia de combatir el cambio climático.
Los fondos de inversión en energías renovables ofrecen una combinación única de impacto ambiental y rentabilidad financiera. Con modelos adaptados a distintos perfiles de riesgo y un entorno regulatorio cada vez más favorable, representan una vía sólida para diversificar carteras y contribuir a un futuro más limpio.
Invertir en este sector implica formar parte activa de la transformación energética global, alineando objetivos éticos con metas de rendimiento. Al seleccionar fondos con criterios de solidez operativa, contratos estables y potencial de innovación, los inversores pueden maximizar sus resultados y participar en la construcción de un mundo más sostenible.
Referencias